domingo, 4 de julio de 2010

Un cuerpo de calles sin atajos

Un hombre la espera detrás del paredón.
Ella acude, es que no sabe de otra cosa.
O porque paga culpas ajenas.
En su alma se mezclan el ayer y el hoy.
El afuera y el adentro.
El negro y el blanco.
No lo conoce, también ignora al otro que pagará después.
Las sienes palpitan y ella crea una historia que no acontecerá.
Mientras camina con sus tacones altos y su falda corta, lo piensa, lo arma, lo imagina.
Alto, delgado, sonriente.
¿Qué más da?
Alguien que recorrerá su cuerpo de calles sin atajos.
Ese ser, un cuarto precario, un cigarrillo, unas palabras.
Una esperanza para su alma atormentada.


Juana Schuster